Conversación sobre literatura en nuestros días

Por René E. Peregrina

Estas líneas las escribe, por investidura escolar, un reportero. El módulo responsable es la entrevista y la actividad de realizar un trabajo sobre alguien de la vida cultural. Yo ignoré el quién para mejor enfocarme directo en la charla de sobremesa; así se puede dar espacio a más voces. El tema que elegí fue “la literatura en nuestros tiempos”.

La opinión se buscó desde dos rubros: Con Héctor Justino Hernández, escritor galardonado con premios nacionales y quien por sus capacidades tienen una vida profesional alrededor de la literatura, junto con David Gárate, poeta y gestor cultural que colabora en el medio dentro del modelo satélite (o en el underground como dice la banda).

Rompehielo

El primer entrevistado, Héctor Justino Hernández, escritor de treinta y un años, ganador ya de un póker de premios (abarcando del ensayo histórico hasta cuento en ciencia ficción), me permitió iniciar la charla con el formato de ping pong…

  • ¿En la palabra qué hay más: espinas o flores?

Diré espinas, pero porque me dejas pocas opciones. Ambas existen para dar lugar a la metáfora de la literatura. Se complementan.

  • Héctor

Cuando me dices mi nombre pienso en el personaje de la Ilíada. “El domador de caballos”, sí creo que eso significa –Y tras la respuesta una risa aparece; intuyo en el trabajo periodístico, un poco para ocultar la vanidad, otra tanto para huir de la vergüenza.

  • ¿Caperucita roja o Los tres mosqueteros? ¿Qué se ubica más de manera inconsciente en la gente, la novela o cuento?

Confieso que nunca he leído los tres mosqueteros… Elegir entre estas dos posibilidades me parece difícil. Vamos a dejarlo que son primos lejanos que todos conocemos y según el momento hay uno en que piensas primero. Aunque por lo general la gente piensa que los cuentos son para niños y las novelas para adultos. Me pasa seguido que cuando se topan con un cuento “para adultos”, le dicen novela o novelita. Una de las chambas de la difusión cultural o el escritor, o tal vez no, es mostrar las diferencias entre ambos; y romperlas, detonarlas ¿por qué no?

Ese mismo día, pero en la noche y acompañado de un té, pude charlar con David. Gárate, como se apellida el otro entrevistado, es de formación escolar arqueólogo, además de cultivador y vendedor de libros de uso y té, y quien pude conocerlo en un evento de micrófono abierto leyendo un poco de poesía.

  • Tengo entendido que disfrutas y vives del hábito de la lectura… De manera breve ¿Cómo la defines (la lectura)?

Digo que es la capacidad de mirar y disfrutar los mitos, narrativas, los versos que nos hacen, que nos forman como humanos, en lo perdurable y la soledad, en el conjunto. Puede que sea una actividad solitaria al principio, pero siempre termina por encontrarnos con lo que es lo otro.

  • ¿Dirías que entre “leer” y “literatura” hay más diferencias o acercamientos?

Son dos partes de una misma moneda. Tú dime ¿tendría sentido tener literatura sin lectores? Puede que uno escriba para sí, pero hay un primer lector, uno mismo. Los lectores hacen a la literatura una actividad necesaria y eso son los libros, conversaciones pendientes.

Me hubiera encantando tener uno junto al otro, no por practicidad, sino porque al final ellos forman parte de las aristas de este medio. La plática no es conmigo o con el lector o lectora que ahora tiene estas líneas, la charla trata de cada uno con la literatura.

Anatomía literaria

En el caso de Héctor fue la tecnología la que permitió la charla. El radica en Xalapa, estudiando su maestría en Literatura Mexicana en la Universidad Veracruzana, sin descuidar su trabajo de escritor y tallerista. A media entrevista quise conocer su visión de la literatura:

  • A donde se inclina la balanza de la literatura, ¿oficio o profesión?

Yo digo que pueden ser ambas. Uno tiene predisposiciones, entusiasmos, pero siempre queda corto. Quiero decir que no solamente el talento, como se le llama, sirve para escribir. Se requiere disciplina, seriedad (de ejercitarlo). Sí, una buena parte del escritor se aprende en el aula, pero la otra es en los libros, en las hojas, en el oficio.

  • Dime ¿cómo definirías la palabra “escritor”?

La persona que escribe –Suelta la voz Héctor antes de seguirla por una risa– Más allá de ello, la persona que se llama, que se asume. Quizá el paria, la entidad y no como presunción, sino alguien que busca una poética para decir algo. A veces el escritor lo construyen y otras veces se autonombra. Es importante darte un lugar, pero, sin dejar de buscar esa singularidad. Incluyo claro a quien escribe, pero también a los críticos, a los artistas visuales, quienes ejercitan la palabra.

  • Frente al espejo de tus trabajos, ¿encuentras a un escritor, o quién dirías que es el autor Héctor Justino Hernández?

Yo encuentro alguien que práctica el oficio de escritor, algo que me cuesta trabajo aun decirlo, pero es cierto que si uno no se da su lugar no es sencillo que los demás lo hagan. Ahora me encuentro como un escritor joven, relativamente joven, no tanto como hace unos años, que pretende crear una obra sólida. Algo que se pueda leer en conjunto y que ofrezca una propuesta de voz. No sólo busco nombrarme escritor, sino que mi trabajo sea quien me llame así. Un compromiso con una vocación. Creo que Huberto Batis le dijo a Julián Herbert: si puedes dejar de escribir, no puedes ser escritor.

David Gárate de algún tiempo a este dejó los simposios y trabajos de arqueólogo, para enfocarse a “la arqueología de las palabras”, a voz suya. De hecho, mientras levantaba su tetera y servía un poco de zacate limón para ambos, me confesó con franqueza -fuera de la grabadora- que no creía el favor que le había pedido. No por no ser escritor, sino porque está seguro que muchas otras voces serían de más utilidad para el proyecto escolar.

  • ¿Qué es para ti el ejercicio de la escritura? ¿David es un escritor?

La escritura es algo íntimo. Es la capacidad de conversar con uno mismo y con el mundo en una verdad dentro de una ilusión aceptada por ambas partes. Y yo me consideró escritor, aunque no creo que alguien me lea –Ríe, no igual que Héctor, pero si compartiendo la desfachatez del otro– No escribo para que me lea el mundo, de entrada, escribo para tener la capacidad de charlar conmigo mismo y tal vez en el camino con alguien más.

  • En este momento de tu trabajo, me refiero a tu sentir y pensar como escritor ¿cuál crees que es el papel del arte literario?

Para mí debe ser la búsqueda de la libertad. La libertad como la expresión de amor hacía el mundo y hacia uno mismo, desde el indomable espíritu humano, hasta la infinitud de lo posible. Este arte es la capacidad de crear puentes y se distingue de otras artes porque ensanchamos la palabra. No olvides que a través de ella se forma el mundo.

  • ¿Crees que, de nacer mañana, significando que dentro de cuatro o cinco años pudieras aprender a leer, tendrías el mismo gusto por los libros?

Buena pregunta. Si volviera a nacer me encontraría con la escritura y la literatura; seamos honestos, cada día vamos naciendo. El David que empezó a escribir es diferente a este que está en la entrevista. Mis gustos, mis letras, han cambiado. Mi gusto es el que no puedo explicar, pero es el mismo hace años y ahora. Así me conecto con una parte de mí, supongo. Así que para mis vidas siguientes no dudo que podré encontrar en los libros diferentes versiones de ese mismo amor.

Resultado de la autopsia

El trabajo de la entrevista es escarbar en alguien para encontrar; claro que una pregunta de semblanza no busca lo mismo que el cuestionamiento sobre un crimen sin resolver. Y para ambos entrevistados buscaba saber su opinión sobre el estado de la literatura en este momento; trabajo imposible de responder por cualquiera, inútil si somos honestos, pero nunca indiferente.

En la última tanda de preguntas, el primer disparo fue conciso para alguien que vive y estudia el tema:

  • En este 23 de julio de 2024 ¿qué dirías que es la literatura, Héctor?

Es difícil porque no hay una sola respuesta. Al grado que cada pensador o teórico te va a dar una tesis diferente. Pero toda obra escrita que tenga una intención es literatura. En ese sentido, cualquier cosa que sea nombrada literatura, digamos, tomar la lista de mis compras, sacarlo de su contexto, resignificarlo y llevarlo a un espacio para decir algo más que las palabras enlistadas, buscando que, ante los lectores y los críticos diga algo, a través de una poética, de una técnica, con una intencionalidad para mover los límites, se está haciendo literatura. Yo la veo cómo una entidad artística que es capaz de adherirse a ciertos tipos de discursos y formas de ver al mundo, para construir a partir de ella el mundo mismo.

  • El océano digital y los mares del papel ¿qué tal bien bailan dentro de este arte?

Son de una gran ayuda y se perjudican. El acceso es algo muy significativo, de mucho valor; antes ciertas obras sólo llegaban a pocos, a cierta élite. El problema es la sobre-producción. Lo dice Gabriel Zaid: Se está publicando como nunca en la historia de la humanidad, pero no se está leyendo tanto como en otros años. Es una desproporción brutal. Se quiere uno esforzar en ser publicado, pero uno no quiere esforzarse en publicar una buena obra; en la mesura de crear una buena obra. La posibilidad que no pone filtros es una buena posibilidad, pero al mismo tiempo un riesgo.

  • ¿Cuál es la función de la literatura? ¿Pedagógica? ¿Lúdica? ¿Contestataria? ¿Todas las anteriores? ¿Ninguna opción?

Podrían ser todas… pero me llama la atención la pregunta. ¿La literatura requiere tener una función? Puede que en el camino tome una de las opciones, o servirles a varios amos, eso se ve a posteriori. Pensarla solamente con un objetivo sería reducirla. Podríamos pensar que tiene varias funciones y al mismo tiempo ninguna. Es lo bello del arte, de la literatura en este caso. Al final del día uno construye literatura sin esperar que lo lea, eso viene después.

Para terminar la charla con David, la diana correcta me pareció el origen de su oficio:

  • ¿David, por qué escribes?

Escribo porque lo necesito. Porque de manera espontánea y sin explicación necesito dejar un testigo de que existí. Necesito ser yo mismo y encuentro que en la escritura puedo ser yo mismo hasta las últimas consecuencias. No me imagino dejando de hacerlo. La verdad tendría un vacío… aunque suene cursi.

  • Las pantallas digitales y los anaqueles de libros ¿conviven o pelean?

No creo que estén peleadas una con la otra. Hay un acceso que antes no existía. Todos tienen esa ventana a bibliotecas que antes jamás se hubiera pensando. Creo que es nuestra responsabilidad en esta época saber qué leer. Porque los libros, la literatura en general, está siendo censurada desde el consumo en masa y obsesivo. La oferta regurgita hojas y hojas. Lo que sea que haga más fácil la exposición, la venta. En verdad es increíble que no pueden pasar cinco minutos sin que nos llegué una notificación de algo, cuando la lectura requiere de un tiempo para comprenderlo, sentirlo… Es complicado.

  • Sin querer ser brusco tengo una duda, sabiendo que entre tus libretas y celulares hay textos tuyos, pero que por ahora están lejos de una editorial de circulación nacional ¿cómo te sientes?

Me gustó esa pregunta… –Cierra sus labios David y realmente se da el tiempo para pensar– Pues sí, ahí están, pero confieso que una parte de mi aún no se siente si quiera listo para buscar hasta la última opción por publicarlos. Quizá me falta darme ese clavado de fe. Quizá por ser “alguien ajeno” de manera académica. Siento que aun debo de demostrarme algo. Además, las palabras que he usado de forma lírica y escritas, sé que existen formas mejor logradas. Quizá estoy esperando algo que no sé…

Para este momento, sé que han notado que tuve la misma conversación (en esencia) dos veces. Por eso me hubiera gustado que ese batir de ideas al aire fuera mejor entre ellos que conmigo. El resultado me gusta; la intención del trabajo era ejercitar la reflexión de la literatura con una entrevista. Quizá eso es lo que hace falta para quienes ejercemos este oficio o el del promotor de lectura, entrevistar, ya sea con el que lleve nuestro nombre o aquel o aquella que vemos que a su manera es una extensión de la literatura.

Posdata

  • Héctor, ¿algún comentario final para esta charla?

Que, si hay escritores jóvenes leyendo esto, se animen a practicar este oficio. Quizá no se puede vivir de la literatura, pero sí de lo que hay alrededor. Ya lo dije, es una práctica que requiere oficio y disciplina. Hay que tener voluntad y sapiencia en esto. No abandones este camino, siempre es valioso tener nuevas voces. Y gracias por la entrevista, sin importar la fecha en el calendario ayuda que existan trabajos que nos hagan hablar sobre la literatura.

  • ¿Últimas palabras, David?

Agradezco que me dieras oportunidad de pensar. Es importante darse charlas así sobre uno mismo. Y pues a vivir, creo que la literatura es lo que te da: vidas…

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