Pedro Octavio Reyes Enríquez
pedrooctavioreyes@gmail.com
Sociólogo, con especialidad en docencia, maestría en educación superior, doctorante en ciencias de la educación, tiene diplomados en el campo de la cultura y la neuroeducación. Ha realizado diversas investigaciones sobre educación, familia, adicciones y medios de comunicación publicadas en revistas universitarias y capítulos de libros, las cuales también han sido expuestas en congresos nacionales e internacionales. Ha impartido diversos cursos pedagógicos dirigidos a docentes y padres de familia. Catedrático universitario por más de 25 años.

La doctora terminó de hacer el ultrasonido que el médico internista solicitó, me revisaron
prácticamente todo desde los hombros hasta la próstata. Era la época de pandemia, al
principio pensaron que era COVID-19 lo que tenía, sin embargo, los estudios siempre
salieron negativos, pero las temperaturas no cedían, mi cansancio aumentaba, no dormía,
mi cuerpo sentía frío aun a la temperatura ambiente de 42°C, mi corazón se aceleraba por
cualquier esfuerzo.
No sabían qué tenían, por lo tanto, me mandaron a realizar muchos estudios. El día del
ultrasonido, la doctora comentó: “No le veo gran cosa, más que unas piedras en los
riñones”. En ese momento le pedí que me hiciera también un ultrasonido de cuello,
solamente me dijo: “Si usted quiere, pero el médico no lo solicitó”. Ya estaba tendido en la
cama de exploración, unas piedras en los riñones no creo que provoquen tanto daño, así
que le insistí que lo hiciera, claro, antes me dijo el costo adicional.
La tiroides estaba extremadamente inflamada, casi nunca se ve así. ¿Tiroides?, tengo
brazos, piernas, estómago, corazón, hígado, orejas… y podría enumerar varias partes de mi
cuerpo, pero esa glándula ¿dónde está?, ¿cómo es?, ¿tú sabes para qué sirve?
Descubrí que la tiroides es un órgano vital que regula muchas funciones en nuestro cuerpo.
Por ejemplo, influye en el metabolismo, lo que explica mi pérdida de peso de 10 kilos en un
mes. Además, controla la temperatura corporal, causando las altas fiebres que sufría. Las
hormonas tiroideas también afectan al sistema nervioso central, por eso andaba irritable.
También las hormonas que produce la tiroides influyen en el desarrollo del sistema nervioso
central, desde luego en la memoria, eso hacía que me olvidara las cosas, pensé que era por
la edad, pero no. Otra función esencial es que ayudan a mantener un ritmo cardíaco regular,
ahí me tienen con mi corazón que se aceleraba de repente y por momentos parecía que se
olvidaba de hacer su trabajo. Eso sí fue angustiante.
También regula el sueño, entonces de repente me despertaba a las 3 de la mañana y ya no
dormía, por el contrario, durante el día me daba un sueño intenso. En una ocasión estando
en una reunión, donde alguien me hablaba se me estaban cerrando los párpados de tanto
sueño, me cabeceaba delante de la persona. Tuve que tomar un taxi para irme a dormir a
mi casa, no quería manejar, tenía miedo de quedarme dormido al volante.
La tiroides es una mariposa (esa forma tiene) que todos tenemos en el cuello, es una parte
fundamental de nuestra vida, que la mayoría ignora, hasta que falla. Pesa en promedio 20
gramos, es imperceptible, pero regula parte de nuestra vida biológica. No lo mencioné
líneas arriba, pero también influyen en la presión arterial, ¿a qué adulto no le han medido la presión arterial? La verdad es que regula más funciones pero no quiero enumerar todos
los estragos que me causó.
Por eso la tiroides hay que cuidarla, con buena alimentación, ejercicio, dormir bien. Si se
lleva una vida estresante, es necesario meditar. Regularmente ir al médico a que evalúe
nuestra condición de salud, no solamente visitarlo cuando nos sentimos enfermos. En lo
general, ante cualquier síntoma, ir con el doctor.
Claro, en mi caso, mi enfermedad fue autoinmune, hubiera hecho lo que hubiera hecho
para prevenirla, no había forma de detenerla. La enfermedad llega, aparece un día, y se
comporta como los amores de juventud: hace todos los estragos posibles, voltea el mundo
de cabeza, provoca muchas sensaciones y, cuando ya la está conociendo uno, de repente
se va y te deja sin saber por qué llegó, ni qué hiciste para que se fuera. Pero cuando haces
el balance, te das cuenta de que te provocó varios daños, no lo puedes olvidar, te ha dejado
un aprendizaje doloroso, agradeces que se haya ido, pero comprendes que era necesario
vivirlo.
Fuente de consulta:
Myers, Amy (2017). La clave está en la tiroides: Adiós al cansancio, la neblina mental y el
sobrepeso… para siempre, Grijalbo.

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