Por Luis Mauricio Martínez

Recientemente acudí a la presentación de un libro de crónicas en el cual me invitaron a colaborar, grata fue la sorpresa, porque no sabía  a quién más habían invitado, al descubrir que la mayoría son plumas femeninas. Entonces rememoré que durante toda mi formación académica y proyectos laborales son mujeres quienes han llevado la batuta. Me resulta cotidiano verlas mujeres como figuras de autoridad y vastos conocimientos.

Quienes se desarrollan en los campos de la literatura y el periodismo, no desconocen que el feminismo, además de ser tema de agenda pública, históricamente ha sido punto de debates y reflexiones. Imperdibles las disertaciones de Rosario Castellanos, quien en sus obras ensayísticas al respecto se pronuncia como una defensora de la igualdad y condena las prácticas sociales que confinan a las mujeres como seres inferiores, lamentablemente su discurso es vigente. Revisando un poco más atrás, Daniel Defoe ya ofrecía textos donde hablaba de la necesidad de que las mujeres tuvieran acceso a la educación y al conocimiento. Ambos autores, a pesar de los varios siglos de distancia en sus textos, coinciden en la limitada visión social que no permite el desarrollo cabal del sexo femenino, teniendo esto repercusiones sociales más graves, que llegan incluso a las prácticas de violencia sistematizada.

Los tiempos cambian, hay ciertos avances en el imaginario social que han decantado en un empoderamiento masivo de las mujeres, si se piensa en los contextos actuales se puede ver que esto ha sido una empresa loable. A principios del siglo XXI y finales del siglo XX, antes del dominio de las redes sociales virtuales, gran parte de la población diversificaba su ocio con el consumo de contenido transmitido por canales de televisión abierta, claro, más vale tratar de relajarse con una imagen o un video que intentar leer un libro. En aquellos tiempos sólo se tenía acceso a los canales de televisión abierta, el acceso a televisión de paga era un privilegio de pocos. En México, este medio  inundaba con telenovelas que fueron el deleite de chicos y grandes, pero estas propuestas reproducían el papel de la mujer sumisa en espera de un hombre que le diera valor y la legitimara socialmente, inolvidable la famosa trilogía de las “Marías”, una tercia de historias protagonizadas por la cantante y actriz Thalía, las cuales mostraban a una chica humilde e inocente que es sobajada en un mundo masculino hasta que llega su príncipe azul y de la una mejor vida. 

A pesar de ese adoctrinamiento masivo, se logró desarrollar un discurso contestatario del renovado rol femenino en la sociedad y trastocó esos medios de comunicación masivos.

Interesante resulta contrastar textos que coinciden en una reflexión y crítica sin importar los siglos de distancia y el contexto social diferenciando. Sin embargo, pareciera que las nuevas prácticas de una sociedad equitativa e igualitaria en términos de género son una burbuja que se piensa a sí misma y celebra sus avances, al margen de la realidad social donde esto se percibe como un tema del que sólo hablan los que tienen tiempo de leer, porque la vida es dura, hay que trabajar sin quejarse, y si te maltratan es la vida que te tocó. ¿Realmente se ha avanzado  y trastocado la vida cotidiana o sólo se ha sofisticado la reflexión teórica y la práctica de política pública de escritorio?

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