Es egresada de la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM. Ha cursado diplomados y talleres en Lengua Española, Literatura Iberoamericana, Creación Literaria y Mediación Lectora. Trabajó como correctora en varios periódicos locales. Ha publicado el libro Materia Urbana (Fondo Editorial de Querétaro, 2007). Publicó la columna semanal Crónicas desde el Portal en el suplemento cultural Barroco de Diario de
Querétaro (2007-2010), de la cual se publicó un libro: Crónicas desde el Portal, publicado por Letra Capital, Fondo Editorial del Municipio de Querétaro, 2024.
Si revisamos las ediciones de las clásicas colecciones del Fondo de Cultura Económica (FCE): Breviarios, Popular, Tezontle, Lecturas Mexicanas, A la orilla de viento, se puede ver que no han variado mucho a través del tiempo. Quizá la que más se ha incrementado es la Popular, que como su nombre lo indica, es la que se proyecta para llegar a más público lector; pero el clásico Catálogo de FCE, como los libros de Historia y Humanidades o La Ciencia para Todos, se mantiene, incluso con algunas reimpresiones de los más vendidos. He tenido el placer de hacer esa revisión, y digo placer, porque para mí es un gozo tomar libros entre mis manos y observarlos detenidamente. Pertenezco al programa Clubes de Lectura Ciudadanos del FCE, la sede de mi club de lectura es la librería del FCE Hugo Gutiérrez Vega, en Querétaro (un lugar que yo elegí porque me fascina) y uno de los gustos que me doy cuando tengo sesión del club es llegar temprano para mirar todos esos tesoros de tinta y papel.
Tal vez la “indignación” que algunos han manifestado por la calidad de los libros del actual FCE, provenga de la colección Vientos del Pueblo, una serie de cuadernillos impresos en papel ahuesado, un poquito poroso, a una tinta, con ilustraciones y encuadernación engrapada, (si pasa de 60 páginas, su encuadernación es pegado y con lomo). Los forros están impresos en cartulina couché mate, a color. Cada título cuenta con su ISBN, con tirajes de entre los 40 y 60 mil ejemplares y con precio al público de entre los 12 y 20 pesos. Supongo que a estos libros son a los que llaman despectivamente baratos. Entiendo que cuando se les califica de “baratos” no se refieren a su costo, sino a la calidad de su factura, a los materiales y a su diseño. Si es así, esta calidad no es muy diferente a la de los libros que las editoriales comerciales ofrecen en sus colecciones populares o llamadas “de bolsillo” en las cuales, ciertamente, utilizan materiales más económicos para incrementar el tiraje y ofrecer precios más accesibles al público que no puede comprar las ediciones más caras. Así, diversifican a su público y llegan a más sectores de la sociedad. Pero, aunque la calidad de los materiales sea más sencilla, no demerita en nada el trabajo de diseño y edición de estas colecciones. Y si nos detenemos a mirar la calidad de los autores que se publican en esta colección, vemos que no son nada “baratos”, van desde los clásicos de la literatura universal, hasta los más contemporáneos y reconocidos.
En cuanto a la segunda pregunta, en estricto sentido, las editoriales no se dedican a fomentar la lectura ni a crear lectores, no es su función. Lo vimos durante décadas con el mismo FCE. Quien compra y lee un libro, lo hace por su propia iniciativa e interés. Las editoriales producen y distribuyen los libros que según sus estudios de mercado pueden colocarse en el gusto del público al que los dirigen.
Sin embargo, el FCE ha tomado el “compromiso” de fomentar la lectura y hacer llegar a donde más sea posible, libros a bajo costo. La experiencia en fomento a la lectura adquirida por Paco Ignacio Taibo II, actual director del Fondo de Cultura Económica, en la Brigada Para Leer en Libertad, le permitió crear un equipo con el que ha desarrollado programas de promoción y fomento a la lectura, continuando el Programa Nacional de Salas de Lectura (que ya venía desde administraciones anteriores), y complementándolo con el Programa Clubes de Lectura Ciudadanos.
Estos programas están conformados por ciudadanos que de manera voluntaria ceden su tiempo y disposición para crear un espacio donde leer. A los titulares se les brinda capacitación constante y además se le provee de un acervo semilla para comenzar a trabajar con los asistentes a su sala o club. El acervo se compone de libros nuevos, de diferentes editoriales, y se eligen según el público al que la sala o club va dirigido: infantil, juvenil, adultos, adultos mayores, mujeres, hombres o mixto.
El Fondo de Cultura Económica, bajo la dirección de Paco Ignacio Taibo II, ha aprovechado los medios públicos de comunicación para provocar la curiosidad por la lectura con programas como: La Auténtica Banda Librera (En todas las estaciones del IMER); Son para leer (Radio Educación); Desde el Fondo (Canal de YouTube y Facebook); Leer una hora inesperada (Capital 21 y canal de YouTube y Facebook); República de Lectores (Canal de YouTube y Facebook); Libro que ladra no muerde (Podcast en Spotify y en Radio IPN); El Mitote Librero (Canal 11 y canal de YouTube y Facebook); y el que es mi favorito: Jazzbook (Radio Educación, Capital 21 y canal de YouTube y Facebook).
Aunado a todo esto, se cuenta con el Librobús. Una pequeña flotilla de camiones adaptados como librerías ambulantes, que llevan libros a precios accesibles a comunidades donde no hay librerías. Periódicamente se organizan los Tendidos de Libros, en bachilleratos y escuelas públicas, donde se llevan actividades de fomento a la lectura y, por supuesto, libros a precios accesibles para los estudiantes.
Quien diga “que no se hace nada por fomentar la lectura” y se avergüence de que somos un país inculto y no lector, le invito a conocer todos estos esfuerzos que, con mucho gusto, realizamos miles de ciudadanos que sí nos “comprometemos” y tomamos el reto de motivar a las personas que nos rodean a disfrutar de un buen rato de lectura en compañía, haciendo de ese espacio un sitio agradable que les permite conversar, convivir y aprender leyendo.
Me congratulo de que Paco Ignacio Taibo II continúe al frente del Fondo de Cultura Económica, ya que ha hecho de una editorial arrumbada por décadas, todo un movimiento motivador de lectores. Queda mucho por hacer, y lo seguiremos haciendo por el bien de nuestros conciudadanos. Para aquellos que lo critican en columnas infames con verdades a medias e ironías clasistas, me dejan la impresión de que no les importan ni los niveles de lectura, ni la calidad de los libros, solo demuestran su profundo desprecio a una persona, y no me son dignos de tomarlos en serio.