Karla Lara, es una cantante de origen Lenca, pueblo precolombino fundacional de Honduras. Es libre, irreverente, artista desde su nacimiento, los colochos (rizos) en su cabeza lo confirman y su música lo reafirma, pues una de sus primeras canciones: “Y llegó el amor” fue para impulsar las libertades y eliminar los estereotipos con los que muchas veces se “educa” a las niñas. “Cuando era chiquita siempre me decían sshhuuuu, cállese usted, cierre las piernitas, diga buenos días, que se vea bien”, rememora.
Ex directora del Ministerio de Cultura Artes y Deportes de Honduras hizo una pausa en su agenda de trabajo para atender nuestra entrevista, la encontramos haciendo lo que ama y apasiona, es decir, recorriendo los pueblos de Honduras, especialmente los más oprimidos, empobrecidos, olvidados y marginados por el Estado hondureño. Detuvo el registro documental audiovisual que realiza para visibilizar estas circunstancias desfavorables de quienes ella denomina como “su gente”.
Hija de madre hondureña que nació y vivió en el exilio por la situación política en la década de los años 40 del siglo pasado y de un padre que fue trotamundos, pues por el trabajo familiar, debió vivir en varios países, sobrevivió a la década perdida de 1980 donde se dio en Honduras el mayor número de estudiantes desaparecidos por el impulso del proyecto “doctrina de seguridad nacional” que tenía como fin primordial acabar con todo aquel o aquella persona que pensara diferente a los militares y políticos del momento, militante del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) en El Salvador a donde desarrolló varios papeles importantes, sobre todo en el tema de comunicación popular y arte.
Enseguida conocemos más de esta artista hondureña que a base de esfuerzo y compromiso ha labrado un nombre y es ejemplo a seguir por otras mujeres.
¿De dónde es originaria y cómo fue su infancia?
Mis raíces vienen por el lado de mi mamá, del pueblo originario de Honduras, Lenca. Mis abuelos y abuela materna son de ese lado, de allá de la región de Intibucá. Mi mamá nació en el exilio porque mis abuelos eran liberales en el tiempo de la dictadura del general Tiburcio Carías. Nació El Salvador y regresó con su familia cuando tenía 15 años, tiempo en que se nacionalizó hondureña.
De ahí, pues mi papá era hijo también de una hondureña, con un abuelo que era comerciante en esa época y telegrafista. Entonces, también, digamos, mi abuelo anduvo por Guatemala, por El Salvador, por Honduras, entonces teníamos mucho vínculo con el pueblo salvadoreño, con raíces de ese lado también porque pues tenemos tíos y un vínculo político, digamos, construido en esos años de los ochenta con El Salvador. Y bueno, ¿cómo fue mi infancia? Mi infancia, pues, fue en una familia a la que le preocupaba mucho que tuviéramos una conexión, digamos, con el arte, con el interés político por las situaciones de país que viviéramos.
Yo nací en 1968, o sea que yo en los ochentas cuando ya vivíamos por ejemplo la política de la doctrina de la seguridad con Álvarez Martínez, es que es una época de desapariciones yo ya era un estudiante universitaria y viví, digamos, como esa cosa que implicaba organizarse en la izquierda revolucionaria estudiantil, pero también muy temprano de mi juventud, o sea, a los dieciocho años yo ya me había organizado también con El Salvador, con una organización que pertenece al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional que era el Ejército Revolucionario del Pueblo, ERP pues, digamos, temprano de mi juventud tuve esa posibilidad de formarme políticamente en una organización revolucionaria de esa época.
¿De dónde surge la pasión e interés por el arte y la música?
Eso se estimula. Tuve el privilegio de nacer y crecer en un ambiente que impulsaba esa vertiente: El arte, el pensamiento crítico, la libertad. Era una cosa, digamos, el pensamiento un poco más dogmático, un poco más vertical, un poco más en la lógica de la militancia política organizada, que, pues era así, llena de verticalismo. Pero yo ahí, de hecho, encontré en la música mi forma de militancia política.
Mi afiliación política organizativa con el ERP fue a través de ser integrante de su grupo musical de corte revolucionario que se llamaba Kutumay Camones. Entonces, sí, antes pues había cantado aquí en Honduras con un grupo que se llamaba Rascaniguas, que era un grupo que hacía música inédita también política y social. Así que, pues yo creo que se nace con ciertas habilidades y al paso del tiempo, se van desarrollando.
Con eso que leías, la gente le dice tiene el don, nació con el don. Pero todo eso se cultiva. Tienes un entorno que lo cultive o tienes un entorno que no lo cultive y por lo tanto no lo desarrollas. Eso creo que me pasó en la vida, que lo pude desarrollar por el estímulo al que tuve acceso como un privilegio.
Hablemos de la música, ¿cuántas canciones, discos, álbumes tiene hasta el momento?
A ver cuántas canciones, cuántos discos, pues grabamos el primer disco en el 2004 o lo publicamos en 2004, “donde andar”, después 2008, “antes del puente”, luego 2013 “recordarles” y luego el 2018 o 19, si no me equivoco, “cuando las palabras”, o sea, son cuatro discos los que hemos publicado así como discos y pues ahí van como más de 45 canciones, pero luego hemos publicado muchas canciones fuera de discos en mucha producción digamos referida como a los contextos que vamos viviendo del golpe para acá o incluso algunas fuera del golpe que fueron participaciones, colaboraciones, a las que me hubiesen invitado o canciones tuviésemos grabado, digamos, como fuera de un disco. Yo creo que en cantidad de canciones son más de 60 y si, discos son cuatro y ahí seguimos como queriendo producir más cosas y sí, hay muchas canciones que siguen sin poder grabarse, digamos, y que, pues ya están en nuestros repertorios, pero todavía no se han grabado y si ya, ya, por lo hecho y grabado, entre 60 y 70 para que digamos una cantidad
Cuéntenos sobre su etapa funcionaria del Estado, ¿cómo transcurrió su vivencia en ese camino y que logros recuerda?
Como directora de las artes en la Secretaría de arte, cultura y deportes, siendo ministro Rodolfo Pastor Fasquelle, eso era en el gobierno de Manuel Zelaya, llegué porque, mire que curioso, fue el poeta Rigoberto Paredes y Anarella Vélez, la verdad recomendaron a mi hermana, trabajábamos juntas con ella en la productora Terco Producciones, yo hacía casi que colaboración y mi hermana dijo, yo no dejo mi productora, pero anda a ver si te contratan a vos y pues fui, hice en mi entrevista, me preguntaron si tenía afiliación político-partidaria, obviamente al partido Liberal, dije que no, me dijeron que consiguiera una constancia de que sí, yo le dije no, no esa mancha no la voy a llevar en mi vida, y trabajé 14 meses, me hastié mucho de la corrupción que no tenía que ver con robar dinero, porque allí no había dinero que robarse, cultura tiene solo el 0.0003% del presupuesto nacional, o sea que dinero allí no había, pero si había mucho tráfico de influencias con cosas muy miserables, pero muy importantes para quienes hacemos arte, una banda sinfónica que la usaban para pagar favores políticos, la siguen usando para eso, la llevan de pueblo en pueblo, haciendo que los músicos viajen en condiciones muy pero muy precarias, en buses en asientos muy malos, jornadas de viaje muy prolongadas, muy incomodas, donde los grupos no tienen tiempo para crecer y ensayar porque andan de presentación en presentación, llenando una necesidad de hacer programa con lo que escasamente ofrece el Estado en términos de evento cultural artístico.
Se hacía cargo de un grupo de danza folclórica que repite esta forma del folclore como una manera de identidad nacional, pues esconde o promueve la mirada colonialista del quehacer artístico, y no nos cuenta una historia real que devele que venimos precisamente del genocidio de nuestros pueblos indígenas, sino que exalta y ensalza una cosa como cosa buena, un mestizaje que no fue tal, porque no fue de buena forma, sino que fueron mujeres violadas por hombres blancos, mujeres indígenas asesinadas, y luego una clase criolla que nace allí, porque pues era gente con otros privilegios, venidos de otros lados, y al final eso reproduce esa mirada haciéndola como parte de una historia que nos benefició lejos de hacernos retroceder mucho en nuestras raíces, identidades e historia.
También un grupo de marimba que también pues lejos de recuperar un poco los sonidos autóctonos de donde efectiva venía este instrumento musical, que también tiene raíces de otros lugares también colonizados como fue África y nuestras raíces negras, un instrumento percutivo que tiene tantas posibilidades de trasladar otras historias, pues como sea yo era parte de eso, un teatro nacional también porque la dirección de las artes también maneja el teatro nacional Manuel Bonilla que es el único teatro público, grande, que hay en la infraestructura tan pobre que tiene este país para la escena, entonces con todo eso se mercaba, con todo eso se hacía trueque entre políticos.
Yo no puedo entender la lógica burocrática, tampoco puedo entender el irrespeto que se le hace los artistas que son contratados como empleados nacionales, que tampoco puedo entender esas cosas del favor político que transa con la explotación de personas que hacen arte, así como muchas otras que hacen otras cosas y también se les explota, entonces por eso renuncié, renuncié muy desencantada de conocer ese aparato que no lo conocía, y renuncie públicamente, renuncié y dije todo esto, y pues unos meses después yo ya andaba en las calles. Las personas me preguntaban por lo que consideraban un ataque de mi parte a esas estructuras y les explicaba que había denunciado esos actos de corrupción que ocurrían en la Secretaría de Cultura.
Viene de una familia ligada al arte, su hermana es cineasta ¿Cómo hermanas, como combinan esas facetas?
Sí, provengo de una familia ligada al arte, tengo una hermana que es cineasta, otra que hace danza contemporánea vive en los Estados Unidos, tengo un sobrino que ahora hace teatro, tengo un hijo violinista, una hija rapera, ella, además de hacer rap escribe y es una de las voces de una banda feminista que se llama “puras mujeres” y sí, le recuerdo que crecí en una familia que nos estimulaba en el arte. A mi papá le gusta escribir, cantar al igual que a mi mamá y aunque nunca se dedicaron a eso de manera profesional, lo inculcaron desde la infancia. Rememora: “Mi mamá pintaba, tenía mucha habilidad manual, hacía cosas muy preciosas con sus manos, incluso cuando sus manos se torcieron por la artritis reumatoidea, ella siguió haciendo cosas con sus manitas torcidas, era una artista grande, una gran mujer”.
Como hermanas, tenemos caminos muy distintos en lo político, creemos en cosas distintas, lo cual es saludable pues creo que eso es bueno, sano, toda mi familia piensa de formas muy distintas. En mi caso, considero que mi propuesta artística se ve fortalecida a través de mi activismo si le ponemos una palabra que no me gusta, activismo político, por ser parte de las luchas, yo allí tengo las fuerza con las puedo cantar a veces y tiene mucho sentido de lo que hago y viceversa, es como que la lucha, el venir del canto, el tener también esa posibilidad de interacción con la gente, el vínculo que yo logro generar digamos, está también muy alrededor de esos afectos que te genera una voz que te parece fuerte o te parece envolvente en algún momento, o una persona que podes ver a la par tuya caminando y luego la vez en un escenario y te imaginas que vos también podes un día estar allí, una niña que te mira a su lado con una y luego te ve cantando con una guitarra en la mano, aunque yo no sea ninguna guitarrista, pero la charranganeo y toco y canto para que sepan ellas también un día van a poder agarrar una guitarra y van a poder hacer algo que socialmente nos han dicho que no es para nosotras y que tampoco la gente que lo hace no está iluminada, no es ningún ser especial, sino que es una persona más que quiere justicia, que siente muchas veces violada en sus derechos, que siente necesitada de poner la palabra y la esperanza en otro lugar no sea en el de la política partidaria que es cada vez más asquerosa y que la gente cree de verdad, se crea de verdad que liberar un rio para que siga corriendo, cuidar el bien común es un acto no solo valiente, sino profundamente hermoso y político, y pues yo de allí lo combino, esa mi combinación, hacer, cantar canciones. Promuevo canciones que tienen que ver con la libertad.
¿Karla hablando de la pandemia, como vivió ese periodo de confinamiento?
Creo que encontramos, los que teníamos acceso al internet y a las redes y esas cosas, pues nos abrió algunas puertas, pues nos ponían en acceso a personas que también como nosotras tenían esas condiciones de acceso al internet, de una “compu”, de acceso a celular, que no es la condición de las mayorías, yo la verdad que viví la pandemia de manera un poco atrevida, para ese entonces todavía hacía el sin café no hay mañana, entonces los hacía desde mi casa, pasaba muy entretenida, entonces muy dedicada digamos, durante dos meses como la actividad casi única laboral fuera de las cosas, del trabajo de la casa, pues si fue un tiempo también quizás de un poquito más de creación, de hecho allí nacieron las canciones de un disco que no grabé,. Fue una época de soledad que también me permitió crear, además bajaba al mercado donde podía ver cómo ese mundo no se había detenido, porque no se puede detener, porque si no venden a diario se mueren, allí si se mueren, me parecía un ejercicio de desafío alucinante que practiqué, anduve en la calle en pandemia, soy una irreverente. Así nací.
¿Cómo ha visto la situación del arte en Honduras, antes, durante y después de la pandemia?
Pues la situación del arte es el reflejo de la situación del país. En un país donde no hay medicinas es los hospitales, ni camas para los enfermos, ni tampoco hay pupitres para los niños en las escuelas. Y los niños les siguen prometiendo que va a llegar infraestructura escolar, hacerles el aula o arreglarles el techo.
Pues en un país donde falta tanta comida, educación, salud, que es lo básico, la vivienda. Pues ya se imagina las canciones, que lejos están de la gente. Porque pues eso, quienes se educan, quienes sanan, quienes deberían de pensar en esos dos ejes, pues también subestima el poder que el arte tiene. Para eso, para sanar y para educar. Pero como también la educación queremos que sea la escolástica, la que nos sirve como un acto liberador y un acto emancipador de los pueblos. La situación es esa, es de dificultad, hay que ser muy creativas, pero hay que seguir creando en esa independencia.
El arte, como todo lo que se oficializa, no sirve. O deja de servir cuando eso cae, cuando cae a la oficialización. Entonces, por lo tanto, quienes hacemos arte, debemos de asumir la tarea de la gestión en otras circunstancias.
Al haber tan poco apoyo para las artistas en Honduras, ¿por qué seguir haciendo arte y más cuando es arte independiente, liberador y creador de pensamiento?
Porque creemos en eso, pero también es que yo me imagino que es por la misma razón por la que un campesino siembra la tierra, porque eso es lo que sabe hacer, o sea por la misma razón por la que una mujer que hace tortillas y se levanta en la madrugada, lava el maíz para cocerlo, ir al molino, hace las tortillas y se va después a venderlas y hace la misma cantidad de tortillas siempre, no sabe si las va a vender o no, pero lo hace porque es lo que sabe hacer, entonces, que hace la campesina, el campesino cuando pone la semilla, cuando riega la semilla, cuando espera que crezca la planta y que germine, que dé fruto, todo es como un acto de fe y pues yo creo que nosotras esperamos lo mismo, que no se nos vayan a ahogar las canciones, que podamos cosechar, cariño, aplausos, lugares donde cantar, gente que nos escuche, por eso cantamos porque eso es lo que sabemos hacer.
De acuerdo a su visión, ¿Cómo sería el espacio ideal para el arte?
El espacio ideal para el arte, pues uno que no se estatice, que no se burocratice, que haya el lugar para la escena, tiene que haber escenario para el artista y el escenario no tiene que ser un teatro siempre, no tiene que ser una sala acústica con condiciones que también se ocupan, porque pues una ensaya mucho, porque una quiere oírse, quiere oírse y que la oigan, un pintor quiere pintar con buenas pinturas, quiere pintar sobre un buen lienzo, un escritor, una escritora quiere que le lean, quiere pues escribir, pero también quiere que haya alguien que tome ese libro, que desarrolle ahí su pensamiento, que se miren, un cineasta quiere hacer una película y la gente quiere verse en esa película, que ahí está su historia, sus rostros, sus calles, sus nombres, sus anécdotas, su vida, su país, su lugar.
¿Cómo tiene que ser el arte? Pues eso, que nuestras obras se miren, que nuestras obras se oigan, que nuestras obras se presenten, que circule, que se vuelva como, no como un símbolo de estatus el acceso al arte, sino como un derecho, que la gente lo exija
Y pues el arte hace a la gente como más sencilla, más básica. Ocupa maquillarse menos, porque está como más adentro, lo que el arte escarba en la gente.
Así que ocupamos escarbar eso, y pues las cátedras de arte están desapareciendo de la matrícula. Ocupamos arte para sanar también.
Ocupamos arte en la vida. El arte belleza, es todo, es la propuesta estética que te invita a liberarte, a emanciparte, a reconocerte, como persona y ser humano
¿Cómo quisiera que se le recordara a Karla Lara?
Como alguien que pensaba, propositiva. Muy apasionada. Quiero reivindicar la pasión, el derecho a llorar, a enojarme, a sentir miedo, a sentir tanto miedo y tanto dolor que me pueda sentir muy valiente. Pero entonces quiero reivindicar eso que siempre nos han dicho que no está bien.
Yo quiero reivindicar que está bien sentir, disentir, enojarte, llorar, abrazar, querer a la gente. Pues la verdad vivo como quiero que me recuerden. Siento que así me mira la gente, percibo cariño a mi alrededor y cuando ya no esté aquí, seguro pondrán mis canciones y las escucharán como ahora. “Las van a oír cuando me muera”.
Antes de concluir nuestra conversación le pregunto acerca de sus próximos proyectos, los más cercanos son un conversatorio sobre el contexto político del país: “para hablar de cosas incómodas porque pensamos que no podemos dejar morir el pensamiento crítico, que es una necesidad colocarlo ahí en el centro de la discusión”, finaliza.
Fotografías: Facebook @KarlaLara