Flores para Algernon es un cuento de ciencia ficción originalmente publicado en 1959 que más tarde sería reescrito como novela y llevado al cine en 1966 y 1968, respectivamente. Charlie Gordon es un hombre de 37 años con un coeficiente intelectual de 68 (al borde del retraso) a quien se le ofrece la oportunidad de ser sujeto de un experimento para triplicar su inteligencia. El cuento está estructurado como un diario que refleja el avance y eventual deterioro de la mente del personaje. De ahí nace su herramienta literaria más prevalente: la gramática, ortografía y vocabulario se alteran de acuerdo con las capacidades de Charlie, así que, al leer el cuento, el lector puede experimentar los cambios de su percepción del mundo de forma paralela al personaje.
Este ritmo es su mayor fuerza, pero también la causa de su única falla notable; alrededor de la mitad del cuento, se nos revela que el cerebro de Charlie es frágil y eventualmente lo regresará a su estado anterior, por lo que el lector puede compartir la frustración de su decaída. Sin embargo, la velocidad con que eso sucede puede parecer algo abrupta; la cantidad de tiempo que pasamos con «Charlie inteligente» es demasiado corta. Esto pasa porque así es justamente como le sucede al personaje, y su intelecto efímero es parte de lo que hace al cuento atractivo, pero el autor se da la libertad de saltarse las dos semanas de mayor avance de Charlie, por lo que no habría sido imposible explorar un poco más su tiempo de brillantez. El aumento de inteligencia le da al autor la libertad de utilizar un vocablo adecuado a la situación, pero Charlie solo habla acerca de sus nuevos descubrimientos; además de unas cuantas menciones de temas complicados, el desarrollo de su prosa se da principalmente en el estilo. Es una lengua más inteligente, por supuesto, pero no tanto como la describen ni los demás personajes, ni el propio cuento. Se puede asumir que éste es un compromiso por parte del autor, pues la alternativa sería arrojarle al lector una avalancha de jerga científica y cultural que podría volver al texto demasiado pesado.
En su lugar, el cuento se enfoca en el comportamiento humano con respecto a la gente de capacidades mentales distintas. En ese aspecto es exitoso; desde un principio, el lector puede ver, a través de los ojos de Charlie, las maneras en que el mundo lo desprecia sin que él se dé cuenta. Provoca una lástima que él mismo siente más tarde. Uno de los puntos más fuertes del cuento es esa transición; el momento de sincronía lector-personaje podría considerarse el núcleo de la identidad del texto. Ahí es donde sobresalen los temas sobre la mente y cómo influye en el trato respetuoso entre los seres humanos.
También ahonda en la moralidad de la idea que propone. La idea de una cirugía para aumentar la inteligencia del hombre todavía no es una discusión muy prevalente en la vida real, pero bien esa noción se podría alterar un poco para pensar en el sustento de una persona que pierde sus facultades y qué significa tratarlas.
Flores para Algernon es un cuento que depende de su vínculo narración-estructura, algo que hasta cierto punto podría decirse de cualquier historia, pero que es particularmente importante aquí. Aunque el ritmo puede tropezar un poco, la narración cumple con el propósito de pintar un cambio de intelecto de forma dura y trágica. Es un cuento sobre las diferentes capacidades del hombre, cómo influyen en sus interacciones con otras personas y sobre qué significa pensarse a sí mismo.
Por Santiago Consejo Sánchez